Las sensaciones en la presentación de Efraín Juárez como entrenador de Nacional siguen siendo las mismas desde que se supo la noticia: sorpresa y preocupación.
Por: Daniel Botero Vélez
Después de la rueda de prensa, en la que se aclararon algunos puntos por parte del presidente Sebastián Arango y Gustavo Fermani, las caras visibles del proyecto deportivo ‘verdolaga’, en el ambiente, las dudas y la intranquilidad siguen estando presentes. La apuesta en Juárez, después de tener a un entrenador ya consolidado en el fútbol Sudamericano como Repetto, más allá de que el equipo no jugara bien, es un giro de 180 grados y una decisión arriesgada del tamaño del Coltejer.
El ambiente en la sala de prensa fue el mismo que se siente en las calles, en el voz a voz, en las charlas de esquina y de tienda. El escepticismo generalizado tiene que ver con una decisión que de improvisada, tal vez no tenga nada, como dijo el presidente, pero de arriesgada y fatídica, tal vez lo tenga todo. Hablando hoy, sin conocer el periódico de mañana, la realidad es que es difícil tener optimismo. Las últimas veces que Nacional apostó por entrenadores que apenas daban sus primeros pasos, fueron, en su mayoría, pasos en falso.
Los títulos de Restrepo o ‘El Arriero’ Herrera no fueron suficientes siquiera para construir identidad, para consolidar una época de éxito o partir del club dejando algo de avance. Si hablamos del paso de Amaral y Bodmer, es para cerrar esta columna sin opinar algo más. Pese a todo este cúmulo de emociones que puede sentir el hincha, casi siempre precipitado y afanado, pero siempre añorando lo mejor para su club, solo queda confiar en que la decisión deportiva que tomaron aquellos que deciden sea la más acertada posible, porque de arranque, nadie se convence.
Juárez cargará con la responsabilidad de dar resultados inmediatos con un plantel que él no armó, que apenas comenzará a conocer a fondo en medio de la competencia, con la necesidad de mantener a un equipo en lo alto de la tabla como lo dejó el técnico saliente.
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Dentro de los argumentos para su llegada, se habló del cómo, se habló de la proyección de jugadores y otros temas de los que el hincha en general nunca le tiene paciencia para construir una opinión.
Esto será llegando y haciendo lo imposible en posible, para que de a poco, su proceso pueda tener el respaldo que lo catapulte al éxito.
Ante Jaguares se jugará su carta de presentación con la expectativa del hincha de percibir el cambio al que le apuntaron los directivos, porque la excusa de que llegó a mitad del campeonato, de que no armó el plantel a su gusto, de que se necesita tiempo para implantar una idea, poco será valorada por una hinchada que está exhausta de tantos cambios abruptos y sin fundamento que poco se han visto reflejados en éxito deportivo en el último tiempo.
En un club como Nacional solo sirve ganar, acercándose o no al ADN institucional. Al final, lo único que va a definir si Juárez estuvo a la altura, será la consecución de una estrella, que no se consigue desde 2022.
El tiempo dirá si la inestabilidad del club se mantendrá, o si de una buena vez, este golpe de autoridad sobre la mesa le endereza el camino al club más grande de este país.
¿Será a eso a lo que le apuntan? En diciembre lo averiguaremos.