Atlético Nacional cerró el año deportivo con una derrota estruendosa que hace eco del panorama desalentador del club. Ya no es un secreto que las malas decisiones dirigenciales colisionan con el contexto deportivo y de relación con la hinchada, resultando en un atropello generalizado al escudo del equipo por parte de quienes hoy se dan el ‘champú’ -si es que se le puede llamar así a tal gestión- de dirigir al club más laureado de Colombia.

Por: Daniel Botero Vélez

A la hora de hacer un balance definitivo de esta temporada, y pese a que Nacional, como debe ser costumbre, disputó tres finales en la búsqueda de agrandar su chapa de ‘Rey de Copas’, la cantidad de golpes deportivos y administrativos empañan cualquier mérito logrado este año, que termina más oscuro que verde esperanza.

En un momento donde lo que más se necesitaba era estar concentrados en lo deportivo y conformar una buena nómina, en Nacional prefirieron anunciar una disputa con la hinchada, inicialmente con el incremento en los precios de los abonados, que desencadenó un montón de protestas. En lugar de escuchar, comenzaron a dispersar a la gente con los hechos conocidos: la sanción a Pueblo Verdolaga, el acto de racismo y los abusos del jefe de seguridad del equipo, los trapos de protesta retirados y las sanciones a hinchas, más el tema legal con Los Del Sur.

No se encuentra ninguna lógica en lo anteriormente mencionado. Así como tampoco se explica o entiende el actuar de quienes asumen las decisiones en el club. Por eso hay que hablar de la derrota que pesa por encima de las otras: una nómina conformada con desidia y más desaciertos que otra cosa; algo que ya se está volviendo común y recurrente en el equipo.

Casi todos los jugadores contratados fueron apuestas, “un tiro al aire”. Salvo Zapata, a quien lo precedía todo su recorrido en el fútbol de primer nivel, y Mosquera, de un rendimiento importante en el FPC, pero con una realidad física de terror. 

Así, solo 3 o 4 de 10 incorporaciones lograron satisfacer las expectativas del hincha: Aguirre, Ramírez y Mejía, sumando tal vez a ‘Chipi Chipi’ Castillo. Después de ellos, todos son fracasos. Estamos hablando de menos del 40% de acierto en las contrataciones del año, una realidad que afectó deportivamente al club y que se pudo percibir mucho más en el segundo semestre de 2023.

Tras la salida de una buena cantidad de jugadores a mediados del año, el equipo se limitó a depender del espíritu juvenil de los canteranos, algunos a la altura de las exigencias, pero la mayoría sin la experticia necesaria para asumir los grandes retos y con un mal acompañamiento por jugadores “más experimentados” que, en cancha, no supieron dirigir al equipo.

Es entonces cuando, a junio de 2023, el balance fue una final ganada por la Superliga, herencia que dejó la estrella 17; una final de Liga 2023-I malograda ante Millonarios y una pérdida de papeles en la Libertadores tras permitir la remontada de una serie que debía superarse con el resultado inicial ante Racing.

Para el segundo semestre, la sumatoria da un título de Copa Colombia frente a Millonarios (como para calmar los ánimos) y el fracaso de los cuadrangulares finales de la Liga 2023-II, con una eliminación atípica y enrarecida donde el rival de patio le dio un golpe de realidad dirigencial, futbolística y de gestión administrativa. 

Y es que Nacional cierra el año perdido. Como en los tiempos de antaño, la frase “divide y vencerás” tomó lugar en el mundo ‘verdolaga’ como una muestra de poder, reventando de raíz las concentraciones grandes y fragmentando el sentir de su hinchada, para separarlos de toda acción conjunta que los vuelvan a acercar a la gloria.

Tristemente, caló el discurso irrisorio de estar con el equipo o en contra de él. Desde entonces, con el cometido hecho paisaje, con un estadio con cifras negativas históricas de asistencia y una ruptura general del hincha fervoroso con el club y su marca, la realidad tocó a dos de los máximos ídolos de nuestra historia como René y ‘Pacho’ Maturana, que en un acto de voluntad por reconciliar la relación rota, generaron un espacio con el hincha -el famoso sancocho ‘verde’- para compartir ideas que pudieran escalar al club.

Desconociendo detalles y confiando en la buena voluntad de las partes por tratar de mejorar el contexto inconexo entre fanáticos y directivos, la realidad es que todo está dividido y roto. 

Después de varias reuniones, quizá con avances, o quizá no (porque los fanáticos de a pie no conocen los resultados de estas “negociaciones”), los mismos hinchas son quienes están jugando al ajedrez propuesto por los dirigentes, reventándose a cuestionamientos entre ellos y asumiendo roles de sancocheros o NN’s, olvidando entre las sátiras y las críticas, que el verdadero problema está por fuera de la hinchada.

Muchos sectores no se sienten representados por estas reuniones y charlas, donde Benjamín Romero actúa de “conciliador” y escucha. Y no es para menos, cuando es el mismo dirigente el que sale a incendiar más las acaloradas redes sociales, con un discurso de superioridad moral y poca responsabilidad social. Poca visión y poco conocimiento de la hinchada que lo rodea. Sobre todo cuando fue él quien en su momento decidió eliminar las mesas de conversaciones que hoy trata de revivir.

Sin el ánimo de señalar a ninguno de los hinchas que con voluntad tratan de darle un giro al timón desde el diálogo y la sensatez, hago un llamado a la calma para que ningún comunicado o palabra tome fuerza hasta no ver un verdadero cambio en la intención de manejar el equipo. 

El verdadero problema de Nacional está por fuera de sus hinchas, y eso es algo que debería estar sobre la mesa: el cambio empieza por el sancocho de NN’s que hoy dirigen a Nacional, y esta crisis se soluciona con una buena planificación anual, con un convencimiento claro en los proyectos que pretenden ejecutar, sin tanta improvisación e interinatos, con una conformación de nómina a la altura de lo que representa Atlético Nacional para Colombia y el mundo.

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